In 2021, we finished the editing work on this extra issue for Cuadernos Artisticos Al-Harafish, ediciones limitadas.
Though started before, the handling of main assemblage during the COVID-19 pandemic is reflected in various inherent themes and situations of its outcomes.
With our previously realized numbers #32 Terra Nullius and #33 Paso por la Isla, Outside the Black Hole completes a personal trilogy. See an overview here.
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Creo que una de las preguntas que nos tocan profundamente es cómo esos otros futuros posibles pueden ser vislumbrados en el presente, y de qué maneras la práctica artística puede permitirnos crear, aunque sea temporalmente, el tipo de comunidades a las que queremos pertenecer. Comunidades en las que el tiempo no equivale al dinero y las cosas no se hacen por motivos claros. Donde hay duda e inseguridad, pero también confianza y libertad. Donde hay prueba, ensayo y error, soledad, amistad y amor. Donde se aprende de los sentidos, del aire, el agua y las plantas. Donde de escucha al cuerpo, se sigue a los animales, se admira a las piedras. En ellas se aprecia el cariño puesto en cada gesto, cada trazo, cada palabra, pero también las pausas y las diferencias. Pueden ser un destello de algo en potencia o algo tangible que aparece y perdura. Tomen la forme que tomen, nos confirman una y otra vez que es en colectividad que logramos concretar las tareas más arduas, celebrar de formas inolvidables, cuestionar de manera potente, sanar más profundamente.
Esta pandemia nos hace reflexionar sobre qué implica ser y hacer comunidad en la actualidad, nos hace tomar consciencia sobre nuestras elecciones al formar un hogar, vincularnos con un territorio, emprender o mantener un proyecto. Nos hace preguntarnos a quién queremos cuidar y quién queremos que nos cuide, pero, sobre todo: ¿cómo llegar y estar cerca a quienes nos importan, a la distancia?
Mientras mucha gente se volvía experta en ordenar productos vía online para sobrellevar los encierros e incertidumbres, yo recibí una caja verde con un sello de dos siluetas acercándose. Desde la isla de Lanzarote alguien me mandó un abrazo disfrazado de arte.
Mientras me pregunto qué arte tiene sentido hacer hoy, y si tenemos el coraje y la humildad suficiente para entregarnos a ello, la caja me mira comprensiva desde el estante. Me recuerda que no hay apuro ni motivos para la angustia. Si la abro puedo perderme en ella, mirar fotos de mares lejanos, tocar la suave lana marrón, sopesar una pieza de arcilla, confundirme nuevamente entre los pliegues del papel que envuelve cada tesoro.
Tesoros sobre islas, enviados desde una isla, en tiempos de aislamiento. Tesoros dentro de una caja que nos da pistas sobre infinitas maneras de crear conexiones. Y que nos anima a imaginar cómo hacer de cada gesto artístico hoy, un abrazo para quien pueda necesitarlo.
Gracias de nuevo, y ¡hasta la próxima!
e.
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I think one of the questions that deeply impacts us is how these other possible futures can be glimpsed in the present and how artistic practice can allow us to create, even temporarily, the types of communities to which we like to belong. Communities where time is not money and things are not done for clear reasons. Where there are doubt and uncertainty, but also trust and freedom. Where there is test, trial and error, solitude, friendship and love. Where you learn from the senses, from air, water and plants. Where you listen to your body, follow the animals, admire the stones. In them you can appreciate the love that exists in each gesture, in each stroke, in each word, but also the pauses and differences. They can be a flash of something potential or something tangible that appears and lasts. Whatever form they may take, they confirm to us time and time again that it is collectively that we manage to accomplish the most arduous tasks, celebrate in unforgettable ways, question powerfully, and heal more deeply.
This pandemic makes us reflect on what it means to be and make a community today, it makes us aware of our choices when forming a home, connecting with a territory, undertaking or maintaining a project. It makes us wonder who we want to take care of and who we want to take care of us, but, above all: how to reach and be close to those we care about, from a distance?
While many people became experts at ordering products online to cope with the lockdowns and uncertainties, I received a green box with a stamp of two silhouettes approaching each other. From the island of Lanzarote someone sent me a hug disguised as art.
While I wonder what art makes sense making today, and if we have enough courage and humility to give ourselves to it, the box looks at me sympathetically from the shelf. It reminds me that there is no rush and no reason for anxiety. If I open it I can get lost in it, look at photos of distant seas, touch the soft brown wool, weigh a piece of clay, get confused again among the folds of the paper that wraps each treasure.
Treasures about islands, sent from an island, in times of isolation. Treasures inside a box that gives us clues to infinite ways to create connections. And it encourages us to imagine how to make each artistic gesture today a hug for those who may need it.
Thanks again, and until next time!
e.
Eliana Otta, 2021